
Publicado: 14 de Abril de 2020
A día de hoy, tras casi 5 semanas de confinamiento, de estar viviendo un tiempo que jamás imaginamos, alejados de nuestros seres queridos, alejados de nuestro ambiente laboral y aislados del mundo, a veces seguimos sin entender el porqué.
A través de la televisión, se nos abre una gran ventana al mundo, desgraciadamente, no siempre fehaciente en sus noticias, lo cual nos provoca una sensación de inseguridad y angustia jamás vivida, pues si es así aléjate de lo que te perturbe.
Durante años, hemos reivindicado estar más tiempo en la familia, más tiempo al lado de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestra pareja, de nuestros amigos, deseábamos que el mundo se pusiese en “pausa”, para bajarnos de ese vertiginoso carrusel en el que sin saber cómo nos habíamos embarcado. Deseábamos estar más tiempo en nuestras casas, para poder disfrutar por lo que tanto hemos luchado.
A veces nos llegamos a sentir hasta mal, pues parece que nuestras plegarias se hayan escuchado, parece que el destino con un cruel karma nos haya otorgado todo lo que pedimos.
Pero este momento, en este preciso momento, además de vivir con angustia lo acontecido, además de no poder despedir a las personas que se han ido, de haber cerrado cruelmente nuestro círculo, este es el momento de valorar todo lo que hemos conseguido.
Hemos trabajado horas y horas, jornadas de 12 horas, semanas laborales de 7 días, para poder tener todo aquello que ahora tenemos a nuestro alrededor, pues es hora de disfrutarlo.
y nos preguntamos, ¿qué puedo hacer en estos días?....
Puedo dar gracias por todas las personas que se preocupan por mí, puedo dar gracias porque ahora soy yo quién cuida a mis padres, llevándoles la compra y la medicación, puedo y quiero dar gracias de estar al lado de mis hijos, de tener el tiempo que nunca tuve para hablar con ellos, en distensión, con complicidad. Puedo dar las gracias que comparto mi sofá con mis fieles amigos, mis perritas, quiero dar las gracias, pues aunque el confinamiento me ha pillado alejada de muchas de las personas que más quiero, las siento más cerca que nunca.
Hay momentos para todo a lo largo del día, nada más despertar es como si nuestra mente ordenase cada uno de las noticias que hemos oído el día anterior, inclusive los primeros días parecía que estábamos despertando de un mal sueño.
Pro ahora hay tiempo para tomarnos el primer café en nuestra terraza, sin prisa, disfrutando de los cambios qué se producen a nuestro alrededor, del canto de los pájaros que ahora puedo oír pues el tráfico no me lo impide. Mientras tomo mi café, día tras día veo como el campo es agradecido con la lluvia qué ha caído estos días, como el campo de las gracias con un verdor qué hacía mucho tiempo que no veía. Ahora que tengo tiempo, que el karma me ha dado lo que tanto pedía, no quiero dejar escapar ni un segundo, quiero disfrutar de todo lo qué hay a mi alrededor. He cambiado el café rápido y engullido por uno tranquilo y pausado, dejando en mi retina imágenes inéditas, tranquilas y sosegadas.
Es cierto que hay momentos para disfrutar, otros para analizar la situación y sus consecuencias, y en ocasiones estos me generan incertidumbre y angustia, por eso respiró hondo llevando la consciencia a mis pulmones a mi interior, a mi alma, a mi espíritu.
Intento que esos momentos de angustia no me hundan sino que sean la antesala de soluciones, de nuevos aprendizajes y proyectos.
Gracias a las tecnologías con las que ahora contamos puedo ver a mis padres a través de vídeollamadas decirles lo mucho que les quiero, hacerles reír e incluso emocionarme con ellos pues no hay nada de malo en dejar aflorar nuestros sentimientos. Las videollamadas nos conectan con nuestros amigos, con nuestros sobrinos con nuestros seres queridos, con nuestra pareja. Este es el momento de decir el TE QUIERO más grande del mundo, y de dar las gracias por tenerlos en mi vida.
A lo largo del día también hay momentos para el trabajo, momentos en los que me siento en frente del ordenador y sin el estrés diario puedo disfrutar de lo que me apasiona, y me doy cuenta que necesitaba está triste parada como bálsamo de cordura para valorar lo afortunada que soy.
Es el momento de disfrutar en la cocina con mis hijos, de poner en práctica recetas qué hacía tiempo que no elaboraba, de innovar en mis menús, hacer pan, hacer queso, mermeladas, bizcochos, olleta, paella, caldo con pelota, hacerlo con ellos y después disfrutarlo mientras comemos.
Había semanas que ni siquiera podía tener el privilegio de poder dormir ni 15 minutos de siesta ni un solo día, ahora premio a mi cuerpo con una pequeña siesta reparadora.
Dedico tiempo a mi cuerpo, puedo hacer deporte, además antes tengo un gran calentamiento, retiro muebles, apartó mesas,.. para que me quede un pequeño espacio para poder disfrutar del yoga, además, ahora puedo hacerlo junto con mis perras, es genial, práctico el YogaCan, corro en una baldosa y poco a poco, cada vez aguanto más tiempo, espero que mi vecina de abajo pueda decir lo mismo.
También cuido de mi piel, de mi cabello, y de no usar la plancha del pelo me han vuelto a salir esos preciosos rizos qué tanto he querido ocultar.
Estoy disfrutando de la lectura, de esos libros que necesitaba coger y no tuve tiempo. Ahora los disfruto, los paladeo, disfruta de la lectura, pues no sé cuando podré volver a hacerlo.
Y a las 8 de la tarde, en plena conciencia salgo al balcón y aplaudo con mis manos y mi alma, doy gracias a los que nos cuidan, personal sanitario, transportistas, empleados de supermercados, mensajeros, personal de limpieza urbana, fuerzas del Estado, gracias, gracias y MILLONES DE GRACIAS, y desde esa consciencia, raro es el día que no brotan lágrimas de mis ojos, pues mi alma se estremece al pensar que soy una gran privilegiada, tengo salud, pues sin eso no podría hacer nada.
Con ese agradecimiento eterno, encogida por la emoción es el momento que dedicó a mi alma y a mi espíritu, me embarco en la meditación, para poder seguir disfrutando de lo que la vida me está regalando, disfrutando del aquí y ahora, disminuyendo la ansiedad y el miedo, y permitiéndome paladear el día de hoy.
A lo largo del día, de las semanas, hay tiempo para todo, no inhibas tus emociones, depuralas , evita qué ellas te hagan enfermar. da las gracias, también dátelas a ti, respira hondo, sé consciente de tu cuerpo, de tu energía y espiritualidad. Disfruta de este momento, pues no hay otra forma de salir reforzada estos días. El estado de ánimo influirá directamente sobre tu salud, sobre tu sistema inmunológico, sobre tu respuesta al miedo.
Si has llegado hasta aquí, te doy las gracias por haberme escuchado, tú has ido mi gran terapeuta.
Mabel Casal